Ya llegaron las navidades y con ellas todas nuestras emociones.
Las calles se llenan de luces, colores y villancicos, vemos a multitud de personas cargadas con bolsas y regalos, nos avasallan y atropellan con miles de anuncios y reclamos, parece que estemos obligados a ser felices, a comprar consumir y comer hasta reventar como si no hubiera un mañana.
Llegan las cenas y comidas de trabajo, donde has de salir, beber hasta emborracharte y reír ya sea con tu feje que te hace la vida imposible, como con aquel compañero/a que te acosa e intenta a toda costa ganar méritos sin tener en consideración a los demás.
Las cenas y comidas familiares donde, quieras o no, vas a tener que ofrecer la mejor de tus sonrisas a aquellos familiares que sólo te hablas o cruzas alguna mirada en estas fechas, porque durante el resto del año ya no os volveréis a ver más porqué no os soportáis, y cuidado si no haces regalos porque entonces te pitarán los oídos por rencoroso.
Porque es la época en que, sí o sí, se ha de perdonar, olvidar, regalar cosas caras y ser la mejor persona del mundo.
Y todo esto ¿cómo nos afecta?
Pues según sepamos gestionar en las navidades nuestras emociones, según se encuentre nuestro nivel económico, situación laboral y familiar, porqué tal y como dice el refranero “con pan las penas son menos” y “la sonrisa de un niño es contagiosa”.
Así que dentro de toda esta vorágine de alegría y derroche, hay la otra cara de la moneda. Aquellas personas que padecen depresión navideña.
El sol se pone antes y con la oscuridad y el frío los ánimos de por sí ya decaen si además faltan seres queridos y la economía no acompaña, la realidad es muy diferente a la que vemos en las pantallas publicitarias.
¿Qué podemos hacer?
- No sentirnos culpables. Tenemos el derecho a no dar botes de alegría hasta el día 7 de enero.
- Respirar profundamente. Las emociones que afloran en ésta época son el dolor a la pérdida de algo o alguien, pena, tristeza, ganas de llorar. Hay un enganche a personas o a situaciones del pasado.
El ejercicio es respirar tomando conciencia del aire que cogemos y que luego soltamos, porque en la mayoría de las situaciones de la vida toca coger y dejar ir. Cuando tomamos realmente la conciencia que hemos de soltar, dejar ir y seguir nuestro camino, podremos superar estas emociones.
Por muchos fármacos que tomemos, si no se desbloquea esta emoción, nunca se podrá superar y por tanto sanar. Porqué la tristeza se manifiesta en el pulmón, y por eso las personas melancólicas son más propensas a tener enfermedades pulmonares y catarros.
- Pedir ayuda si la necesitamos.
Desde el mundo de las terapias naturales podemos ayudar a gestionar todas estas emociones, con auriculoterapia para desbloquearlas, con hongos y plantas para dormir, descansar y afrontar mejor las situaciones, y sobretodo sabiendo escuchar y siendo el compañero de la soledad más dura y cruel que aparece y acompaña a algunos de vosotros en esta época navideña.
Aún teniendo conciencia de ésta cara de la moneda, os deseo a todos mis lectores, unas Felices Navidades y un próspero Año Nuevo.